El rey Conchobar de Ulster tenía un séquito de 150 jóvenes que se entrenaban para ser soldados. Su sobrino, Cu Chulainn, quería formar parte del mismo, pero su madres le dijo que era demasiado joven. Enojado, Cu Chulainn decidió unirse al grupo de todos modos, pero, al verlo tan pequeño, los otros muchachos se rieron de él y lo atacaron. Cu Chulainn perdió la cabeza y se puso rojo de ira, un resplandor rojizo envolvió su rostro y empezó a gruñir. Sus atacantes huyeron, aterrorizados. Conchobar se quedó impresionado ante el poder de su joven sobrino y lo reclutó en el acto.

De joven, Cu Chulainn cortejó a Emer; la mujer más bellla de Irlanda. Pero Forgall, el padre de Emer, quería a alguien mejor para su hija. Por ello, convenció a Conchobar para que enviara a Cu Chulainn a Escocia a estudiar el arte de la guerra de la célebre guerrera Sgatha. Cuando el héroe regresó, Forgall le prohibió entrar en su fortaleza, pero él escaló sus muros y se llevó a Emer.

Una de las posesiones más queridas de la reina Maeve de Connacht era un gran toro con los cuernos blancos. Sin embargo, un buen día, el toro abandonó su rebaño por el de su esposo, el rey Ailill. Entonces la reina robó el toro pardo de Cooley, uno de los seres más bellos de Ulster. Los hombres de Ulster anhelaban vengarse, pero una maldición hacía que enfermaran en tiempos difíciles. Sin embargo, gracias a su nacimiento divino, Cu Chulainn, hijo del dios del sol, Lugh, era inmune a la maldición. De modo que se enfrentó a los mejores guerreros de Connacht y los venció uno a uno. Luego montó en su carro, se abalanzó en un ataque enloquecido contra el resto del ejército y mató a muchos hombres.

La reina Maeve mandaba refuerzos sin cesar, entre los que se contaba un amigo del héroe, Ferdiad. Cu Chulainn se preparó de nuevo para la lucha, pero aquella vez tuvo un mal presagio. Su vino se volvió sangre y vio a una joven llorando y limpiando unas prendas sucias de sangre. Entonces supo que su muerte era inminente; a pesar de ello, mató a muchos enemigos, incluido Feriad, hasta que lo atravesó una lanza. ras esto, se arrastró hasta una piedra y se ató a ella para morir de pie. Un cuervo -que decían que era Morrigan, diosa de la muerte- se posó en su hombro y el héroe falleció.